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Entrevista al profesor Mario Pardo Pedemonte: Tras el sueño de comprender la Tierra

Mario Pardo Pedemonte: Tras el sueño de comprender la Tierra

En 1970, un joven llamado Mario Pardo Pedemonte ingresaba a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile con la idea de especializarse en Astronomía. Sin embargo, mientras cursaba una de las asignaturas que le permitiría dedicarse a esta especialidad, descubrió lo que hoy define, en sus propias palabras, como “no tener idea de nada”.

“Me di cuenta de que, entre estar mirando las estrellas y tratar de conocer cómo era el planeta que habitaba, mejor era empezar por estudiar dónde estaba parado”, recuerda. A más de 50 años de este descubrimiento, el hoy ex subdirector del Centro Sismológico Nacional, Mario Pardo, asegura no sentirse arrepentido de haber estudiado Geofísica, sino agradecido por todos los aprendizajes adquiridos como estudiante, académico, científico e impulsor del Centro Sismológico Nacional, tal como lo revela en la siguiente entrevista:

- ¿Cómo llegó a la Geofísica?

Cuando entré a la universidad, en 1970, mi primera opción fue Astronomía. Para eso tomé cursos de la especialidad de Física, que era el conducto regular para estudiar Astronomía. Uno de esos cursos fue Geofísica General y, en ese momento, me di cuenta de que no tenía idea de nada. Luego pensé que, entre estar mirando las estrellas y tratar de conocer cómo era el planeta que habitaba, mejor sería empezar por estudiar dónde estaba parado. Un tiempo después derivé a Sismología, que es una herramienta de la Geofísica. Luego me especialicé, hice el magíster en ciencias con mención en Geofísica de la Universidad de Chile, estudié un tiempo en la Universidad de Berkeley y volví a Chile con una hija: sin duda, el mejor premio que tuve. Luego estuve en la Universidad Autónoma de México estudiando un doctorado y así se fueron dando las cosas. Todavía no entiendo bien la Tierra, pero tengo modelos un poco más refinados que los que tenía en los primeros años. Es que la verdad es inalcanzable.

- ¿Qué profesores diría que lo marcaron?

Tuve la oportunidad de trabajar con el profesor Alfredo Eisenberg. Él fue mi profesor guía de tesis. Aprendí muchísimo con él y sigo aprendiendo, porque todavía nos juntamos. Pero, de todos los docentes de Geofísica, el que más me marcó por su ética y su manera de ser y actuar fue Humberto Fuenzalida.

- De los cursos que ha impartido en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas ¿cuál es el que más le ha gustado?

Sismología. Es el curso que más hecho también. Bueno, la verdad es que he hecho muchos cursos del Departamento de Geofísica. Por ejemplo, Geofísica Aplicada, Prospección Geofísica, Física de la Tierra, Geofísica General, Ciencias de la Tierra y también seminarios de investigación. Geofísica Aplicada nunca fue mi fuerte. Prospección Geofísica sólo lo impartí una vez, pero fue suficiente. Hay que ser realista: pastelero a tus pasteles.

Lo importante es lograr que las y los estudiantes entiendan Y, por supuesto, siempre bajo el paradigma de entregar un conocimiento que entregue modelos funcionales. Esto quiere decir, que ajuste los datos y permita hacer pronósticos con eso. Y pronósticos que funcionen. Dentro de ciertos límites, pero que funcionen. Eso es lo que nos interesa. Si el modelo permite medir aceleración sísmica y comparar esta aceleración con la de un terremoto que derribe un edificio, entonces diremos que tendré que construir uno que aguante más que la aceleración del terremoto para que no se derrumbe. Eso es lo que importa, desde el punto de vista práctico. Desde el punto de vista teórico, interesa saber por qué ocurre, dónde ocurre, cómo funciona y qué consecuencias tiene un terremoto.

- A su juicio ¿qué ha sido lo más desafiante de su trabajo como docente?

Quizás lo más difícil ha sido lograr dar un enfoque positivo a las clases, asignar las tareas adecuadas y no limitarse a pasar lo que ya estaba en los libros, porque para eso están los libros. Al final, con el tiempo me he dado cuenta de que, más allá de lo que aparece en los textos, lo que tengo que enseñar es lo que he aprendido. Darse cuenta de eso es lo que permite empezar a ser algo más que un instructor y transformarse en académico. Nos pasa a todos los docentes y es parte de la evolución que vivimos en la academia.

- ¿Cuáles mencionaría como sus mayores contribuciones científicas?

Mi artículo más prestigioso es sobre un modelo de subducción de las placas de Cocos y Rivera que subductan bajo la placa de Norteamérica y que hice durante mi doctorado en México. Este trabajo tiene más de 500 citas y diría que es mi “paper estrella”. También mencionaría una contribución a los modelos geofísicos de subducción, de terremotos y de estructuras del subsuelo, tanto en Chile como en México, que todavía se utilizan.

Entre las contribuciones para la Geofísica en Chile, están los primeros modelos de velocidades y los primeros programas computacionales para interpolar datos y calcular hipocentros que desarrollé para el Servicio Sismológico de Chile.

También mencionaría la generación de una serie de tomografías de Chile central en 1999. Para esto último conté con la colaboración de Alfredo Eisenberg, un financiamiento Fondecyt Ciencia y Tecnología y equipos de IRIS-PASCAL (Incorporated Research Institutions for Seismology): un consorcio de sismología integrado por universidades estadounidenses. Fue la primera vez que IRIS prestó equipos a investigadores de nacionalidad no estadounidense para registrar datos en terreno. Si bien, no se trataba de instrumentos de última generación, pudimos trabajar bien con ellos.

Después de este proyecto postulamos a otro financiamiento Fondecyt para extender nuestro estudio sobre la subducción en Chile central hacia Argentina. Este último trabajo lo hice con mi colega y gran amigo francés, Tony Monfret. Él era investigador del Instituto Francés de Investigación y Desarrollo (IRD), pero yo lo había conocido en México. Tony consiguió equipos desde Francia para hacer la investigación. Esos equipos fueron instalados en Argentina, mientras otros instrumentos facilitados por IRIS y que, esta vez, sí eran de primera línea, fueron instalados en Chile. Fue una campaña de terreno muy importante porque cubrimos la zona central de Chile y Argentina y logramos desarrollar modelos que aún son citados.

Es importante mencionar que, con esos datos, también logramos formar a tres estudiantes de doctorado: uno chileno y dos franceses. También a estudiantes de magíster como Andrei Maksymowicz y Pablo Salazar, hoy prestigiosos doctores y académicos. La verdad es que hay que reconocer que fueron muchos los estudiantes de aquella época que trabajaron en este proyecto. La mayoría de ellos son muy destacados ahora como, por ejemplo, el director de innovación y transferencia tecnológica del CSN, Felipe Leyton.

- ¿Qué significa para usted el Centro Sismológico Nacional (CSN)?

Un sueño antiguo de la década del 70 de un par de estudiantes como Sergio Barrientos y yo, que trabajábamos en las vacaciones en el Servicio Sismológico de la época donde era todo más manual y más teórico, aunque con grandes profesores. Ahí teníamos ayudantías de investigación, pero el tiempo pasa y, como todos saben, a fines de abril del presente año, dejé de ser subdirector del CSN. Hoy, que ya estoy fuera de la institución, puedo decir que es un lugar donde aprendí a leer sismogramas. Aprendí a leer signos sin ser sabio competente. También aprendí sobre burocracia, sobre cómo enfrentar todo tipo de problemas, como enfrentar a la prensa, y sobre cómo compatibilizar el trabajo docente con el administrativo.

De hecho, como profesor, lo primero que decía a mis estudiantes era que, si sonaba mi teléfono, no podía dejar de contestar porque podía tratarse de un temblor en algún lugar de Chile. Afortunadamente, nunca tuve problemas por eso. Puedo decir que, en el tiempo en que trabajé ahí, contribuí a dejar el CSN funcionando. Tiene ciertos problemas como los tiene cualquier oficina, pero ya es una institución fuerte, robusta y bien posicionada en el escenario nacional e internacional.

- A estas alturas ¿podría decir que se arrepiente de haber escogido Geofísica en lugar de Astronomía?

No me arrepiento de haber escogido Geofísica. De todo lo que viví obtuve un aprendizaje y puedo decir que estoy contento con lo que hice y, si no logré hacer más, fue porque no pude. Todo este tiempo dediqué todo el esfuerzo posible a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y los últimos diez años al Centro Sismológico. He pasado más de un tercio de mi vida aquí y siento que tengo una familia en la universidad. En las familias hay personas a quienes uno quiere mucho, otras que no quiere tanto y otras que no quiere ni ver, pero lo cierto es que estamos todos en el mismo barco. Si el barco se hunde, nos hundimos todos, entonces, espero que rememos juntos hacia el mismo lado. Es más sano y cuesta menos esfuerzo el ponernos de acuerdo que vivir en desacuerdo. Mis agradecimientos a todo el DGF y a todo el CSN. A todas las personas con que he compartido parte de mi vida, les dejo un gran abrazo.

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