Inicios
Los orígenes del actual Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y del estudio de la Geofísica como ciencia en el país se remontan a inicios del siglo XIX gracias a viajeros, naturalistas, científicos e instituciones dedicadas a la recolección de datos sobre fenómenos de la naturaleza.
Al revisar la historia no es difícil encontrar nombres como los del jesuita Juan Ignacio Molina o el de la viajera y naturalista inglesa, María Graham, quienes dieron cuenta de movimientos sísmicos como el del 19 de noviembre de 1822 en sus obras, “Saggio Sulla Storia Naturale del Chili” y “Journal of a Residence in Chile during the Year 1822, and a Voyage from Chile to Brazil in 1823”.
Otros registros corresponden al trabajo de científicos como Charles Darwin y Robert Fitz Roy, quienes observaron efectos del terremoto de 1835, como el levantamiento de una franja de terreno en isla Quiriquina y dieron a conocer sus impresiones a la comunidad científica europea.
A estas observaciones individuales se sumarían las realizadas por una expedición al hemisferio sur de la Marina de los Estados Unidos, a cargo del teniente James Melville Gilliss, quien llegó a Santiago de Chile para llevar a cabo registros astronómicos, meteorológicos y sismológicos en la actual plaza Pedro de Valdivia, del cerro Santa Lucía.
La delegación de Gilliss permaneció en Chile entre 1849 y 1852. Cuando abandonó el país, sus equipos fueron comprados por el gobierno de la época con el fin de crear un observatorio astronómico y geofísico. Fue así como en 1851 se instaló la primera estación meteorológica chilena como parte del Observatorio Astronómico Nacional del cerro Santa Lucía.
Posteriormente, en 1868, se estableció una Oficina Central Meteorológica dependiente de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, cuyo objetivo sería contribuir al progreso de la Meteorología, especialmente en Chile.
El primer director de la institución precursora de la actual Dirección Meteorológica de Chile fue José Ignacio Vergara y las primeras instrucciones sobre la metodología observacional a ser realizada fueron escritas por el meteorólogo y, entonces rector de la Universidad de Chile, Ignacio Domeyko.
Un año más tarde, en 1869, entrarían en funcionamiento nuevas estaciones meteorológicas instaladas en faros ubicados en Caldera, Coquimbo y Corral; en liceos en La Serena, Valparaíso y Concepción; y en observatorios particulares como los de Carlos Andwanter y Santiago Rugg ubicados en las ciudades de Valdivia y Constitución, respectivamente.
En 1908, y tras un devastador sismo en la zona central del país, se pone en marcha el Servicio Sismológico Nacional. Para dirigirlo, el gobierno de la época presidido por Pedro Montt, contrata al sismólogo de l’Ecole Polytecnique de París, Ferdinand de Montessus de Ballore.
Montessus de Ballore, quien ya había realizado investigaciones sismológicas en El Salvador, inicia su gestión con un listado exhaustivo de sismos ocurridos en el mundo, la importación de instrumentos para establecer una red de 29 estaciones sismológicas en Chile y el establecimiento de una red de informantes cuyas observaciones hicieron posible la publicación del Boletín del Servicio Sismológico una vez al año. Paralelamente, a partir de 1909, el sismólogo francés comienza a dictar la cátedra de Sismología en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile.
Tras el fallecimiento de Ferdinand de Montessus de Ballore, en 1923, el Servicio Sismológico continúa funcionando y publicando boletines bajo la dirección de Carlos Bobillier, quien también se encarga de hacer un estudio del mega terremoto de Atacama de 1922. En julio de 1927, un decreto del Ministerio de Instrucción Pública establece que el Servicio Sismológico Nacional —ubicado en ese entonces en el cerro Santa Lucía— pasará a depender de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
Dos años más tarde, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas aprueba un proyecto de reorganización del Servicio Sismológico que comprende adquirir nuevos instrumentos. En 1935 Carlos Bobillier es remplazado Enrique Donoso quien continúa instalando estaciones sismológicas, como por ejemplo la de Panimávida. Seis años más tarde, en 1941, se crea el Instituto de Sismología en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Su primer director es Federico Greve, quien se encarga de renovar el instrumental existente con sismógrafos importados y de fabricación nacional, que permiten ampliar la red sismológica nacional de 29 a 35 estaciones, incluidas una en la Antártica y otra en Isla de Pascua.
En 1957, a solo meses del inicio del Año Geofísico Internacional, Federico Greve Schlegel publica su libro “Historia de la sismología en Chile” y la cátedra de Geofísica se transforma en un curso obligatorio para estudiantes de Geología y optativo para estudiantes de Ingeniería de la Universidad de Chile. Además, la Universidad de Columbia dona nuevos instrumentos al Servicio Sismológico que le permitirán registrar movimientos telúricos y replicar estos datos, a 120 instituciones sismológicas internacionales.
En 1959, el Instituto de Sismología pasa a llamarse Instituto de Geofísica y Sismología y Federico Greve es sucedido por Cinna Lomnitz como director. Un año más tarde, cuando se produce el terremoto de Valdivia de 1960, sismólogos del instituto viajan al sur de Chile para instalar instrumentos e investigar sus causas. A fines de ese mismo año, un grupo de meteorólogos integrado por Manuel Puigcerver, Patricio Perelmann y Patricio Díaz viajan a la Antártica para realizar investigación en la base Gabriel González Videla.
A esta primera expedición le seguirá una serie de misiones integradas por geofísicos/as de la Universidad de Chile para estudiar la península antártica, tal como los investigadores, Peter Welkner, John Bannister, Víctor Dezerega y Milton Quiroga, cuyo trabajo se puede apreciar en el documental “La universidad en la Antártica”, dirigido por Luis Cornejo.
En 1961, y gracias al apoyo del rector Juan Gómez Millas, el decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Carlos Mori, y el director de la Escuela de Ingeniería, Enrique D’Etigny, se forma el Grupo de Meteorología de la Universidad de Chile. En la primera etapa, sus protagonistas son los profesores extranjeros, Pierre Misme (Francia), Vincent Guerrini (Estados Unidos) y Manuel Puigcerver (España), quienes se encargarán de impartir los primeros cursos de Meteorología a estudiantes de Ingeniería y de sentar las bases para la realización de numerosos trabajos de investigación e implementación de proyectos.
En 1964, un incendio en las dependencias del Grupo de Meteorología, instalado en el edificio del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, marca el inicio de una etapa en la cual todas las secciones del futuro Departamento de Geofísica comenzarán a trabajar en una nueva sede ubicada en Blanco Encalada 2085.