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Profesor Mario Pardo aclara en programa "Rocadictos" por qué no es posible predecir terremotos

"Rocadictos": Por qué no es posible predecir terremotos

Cómo se producen los sismos, cuáles son sus principales características y por qué no es posible predecirlos fueron los temas que abordó el subdirector del Centro Sismológico Nacional (CSN) y académico del Departamento de Geofísica (DGF) de la Universidad de Chile, Mario Pardo, como invitado en el programa sobre Ciencias de la Tierra de la radio de la Universidad de Chile, Rocadictos.

En el espacio realizado por los departamentos de Geología y de Geofísica de la Universidad de Chile y el Centro del Clima y la Resiliencia, (CR)2, el subdirector del CSN aclaró que no hay diferencia entre los términos temblor y terremoto, sino aspectos que permiten distinguir qué movimientos telúricos son destructivos y cuáles no son destructivos.

Entre ellas se cuentan la magnitud o tamaño del sismo, el daño generado o intensidad medida en diferentes escalas, la relación con fallas geológicas, las dimensiones de estas fallas y los efectos generados como, por ejemplo, tsunamis o deslizamientos de tierra.

“Los sismos se pueden caracterizar en función de su génesis”, explicó Mario Pardo a la conductora y los panelistas del programa, Claudia Farah, Valentina Flores, Daniel Díaz y Rodrigo Fernández. “El 99% de los terremotos son de origen tectónico y ocurren cuando una zona frágil al interior de la Tierra se quiebra y da origen a ondas elásticas que generan deformación o movimiento y nos hacen vibrar. Sin embargo, también están asociados a otro tipo de fuentes, como volcanes y la acción de los seres humanos”, agregó.

Entre los volcánicos, mencionó los de origen tectónico o de rotura de rocas y los de oscilación de fluidos. Entre los provocados por los seres humanos (sismos inducidos), destacó los asociados a excavaciones y la minería, porque ambas actividades generan sismos que pueden ser muy devastadores por impactar con gran intensidad en localidades acotadas cercanas.

A estas causas sumó la eventual caída de un meteorito, cuyo impacto también puede producir vibraciones destructivas. “Cada uno de estos tipos de sismos tiene sus propias características y efectos. Por lo tanto, todos son dignos de ser estudiados”, manifestó el académico del DGF.

Al ser consultado si los distintos tipos de sismos pueden producir señales diferentes, el subdirector del CSN respondió que se pueden diferenciar unas de otras. “Las formas de las ondas de los sismos tectónicos son similares a las de un electrocardiograma, en cambio, una oscilación de fluidos en un volcán se manifiesta a través de un tren de ondas modulado por la propia oscilación de los fluidos. Es muy diferente al registro de un sismo convencional que, básicamente, tiene una primera onda ‘compresional’ también llamada ‘onda P’, seguida por una señal secundaria u ‘onda S’, que es la que nos va a sacudir”, expuso.

“A pesar de estas diferencias, los principios físicos de un terremoto son los mismos que los de la erupción de un volcán: acumulación de esfuerzos, deformación y liberación violenta de esfuerzos acumulados por mucho tiempo: no hay que olvidar que el tiempo juega un rol importante en todos los procesos que ocurren en la Tierra”, recalcó Mario Pardo.

Zonas de mayor sismicidad

Acerca de las áreas consideradas como “de mayor sismicidad” en Chile, el subdirector del CSN sostuvo que las zonas de borde entre las placas tectónicas son, por definición, las más sísmicas, porque en ellas se localizan las mayores concentraciones de esfuerzo. “Las placas tectónicas tienen límites activos. En ellos se producen todo tipo de movimientos relativos y, en los casos convergentes, se tiene una zona de subducción, donde la placa más pesada y más densa se mete bajo la placa menos densa”, especificó.

En el caso de Chile, Mario Pardo recordó que existen las zonas de subducción de las placas oceánicas de Nazca y Antártica con respecto a la placa continental de Sudamérica, a las cuales se suma la placa oceánica de Scotia ubicada en el Sur de Chile y cuyo límite es la falla de Magallanes, que corresponde a un borde de placas similar a la falla de San Andrés, en California, o a la falla de Anatolia, en Turquía. Tal configuración, añadió el académico del DGF, es la causa por la cual “en Chile tenemos todos los tipos de terremotos que pueden ocurrir en la Tierra y que hacen que la historia de este país sea influenciada fuertemente por los terremotos que han ocurrido en el pasado”.

A pesar de esta condición, el subdirector del CSN reconoció que hay zonas de Chile, como la ubicada en el punto de contacto entre las placas de Antártica y Sudamérica —desde la Península de Taitao hasta el punto triple de la salida de Estrecho de Magallanes hacia el Pacífico— donde la sismicidad es muy baja. “La convergencia entre las placas de Antártica y Sudamérica es del orden de dos centímetros por año. Esto puede explicar por qué aún no tenemos terremotos grandes registrados en la zona de Antártica y Sudamérica. Una situación muy distinta ocurre en el área donde se produce la subducción de la placa de Nazca bajo la Sudamericana, donde la convergencia es del orden de siete centímetros por año y ocurren los terremotos más destructivos, con la componente adicional de que es la zona donde vive la mayor parte de la población del país”, precisó Mario Pardo.

Predicción de sismos

Sobre la capacidad de las Ciencias de la Tierra para pronosticar sismos, el subdirector del CSN confirmó que, si bien es posible predecir dónde ocurrirá un terremoto y qué magnitud estimada tendrá —con un error no mayor a un grado—, no es posible anticipar con exactitud cuándo sucederá. “La razón por la cual no tenemos un buen estimador de la fecha de ocurrencia de un terremoto se debe a que los sismos representan un problema no lineal y que no contamos con los datos necesarios y suficientes como para entender mejor el fenómeno y hacer un pronóstico acertado”, aseveró Mario Pardo.

Para enfrentar esta incertidumbre, el subdirector del CSN reconoció que aplicar el enfoque geofísico de caracterizar cómo será el próximo terremoto es una muy buena medida. “Tener datos sobre dónde ocurrirá el próximo terremoto y qué aceleración, velocidad y desplazamiento tendrá en un rango de frecuencia determinado es de enorme utilidad para diseñar estructuras que se mantengan en pie durante un sismo de carácter destructivo. Con esto se salvan vidas”, subrayó.

En esta línea, Mario Pardo destacó el trabajo del CSN de la Universidad de Chile para caracterizar la actividad símica. “El Centro Sismológico Nacional es la institución continuadora del Servicio Sismológico, fundado en 1908 por el gobierno de Chile y traspasado a la Universidad de Chile en 1927. Al igual que en ese entonces, con el sismólogo francés Ferdinand Montessus de Ballore como primer director, el trabajo del CSN consiste en medir aceleración, velocidad y desplazamientos asociados a ondas que se estén propagando en el planeta y en Chile, gracias a instrumentos que permiten localizar dónde ocurre un terremoto, qué magnitud y características tiene, qué mecanismo focal o falla asociada lo provocó y si acaso puede generar un tsunami”, expuso.

El subdirector del CSN añadió que, además del compromiso de informar con inmediatez sobre eventos sísmicos a la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y al Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), el Centro cuenta con una base de datos pública que también ha incentivado la realización de publicaciones científicas. “Esto representa un avance sustantivo para nosotros, porque significa que cualquier persona de cualquier parte del mundo puede realizar investigaciones con datos producidos en Chile y con resultados importantes para nuestro país”, concluyó.

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