Un estudio sobre la dinámica y los impactos asociados al fenómeno El Niño – Oscilación del Sur (ENSO) en Sudamérica coescribió el académico del Departamento de Geofísica (DGF) y subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, René Garreaud, junto a 22 investigadores de Sudamérica, Estados Unidos y Australia.
El trabajo publicado por la revista Nature reviews y titulado “Climate impacts of the El Niño - Southern Oscillation on South America”, expone que el fenómeno caracterizado por episodios de lluvias intensas en Sudamérica ha ido cambiando por causa de su interacción con moduladores de variabilidad climática, como el Modo Anular del Sur (SAM, por su sigla en inglés) en fase positiva —responsable de condiciones más secas— y el calentamiento global provocado por los gases de efecto invernadero.
Como ejemplo de esta interacción, la investigación menciona que el debilitamiento de la capa de ozono en la Antártica y el aumento en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) podrían haber disminuido el impacto ENSO, lo cual explicaría, en parte, la falta de precipitaciones de los últimos años en la zona central de Chile.
“Creo que, a partir de nuestra megasequía, estamos comenzando a entender de qué manera el cambio climático interfiere con la señal de ENSO. De hecho, en 2015 tuvimos un gran evento de El Niño que usualmente trae mucha lluvia a Chile central y terminamos con un invierno seco debido a influencias como la fase positiva de SAM, que es un reflejo del cambio climático”, dijo el profesor Garreaud.
El estudio sobre los impactos asociados a ENSO fue coescrito por 23 investigadores de Sudamérica, Estados Unidos y Australia. (crédito: nature review)Consultado acerca de los avances pendientes en la comprensión de ENSO que, según el artículo de Nature aún presenta errores en su modelamiento, el profesor Garreaud afirmó que “ante un suceso de la complejidad de ENSO, la cobertura de nuestras observaciones es deficiente, no solo por la falta de instrumentos para medir su impacto en el océano Pacífico, sino también porque cinco décadas de datos es un rango de tiempo breve si se considera que ENSO ocurre, en promedio, cada siete años”.
“Esta incertidumbre por falta de información es la que limita nuestra capacidad de modelar el fenómeno”, aclaró el académico del DGF y subdirector del (CR)2, quien también recordó que “todo modelo científico o conceptual tiene una incertidumbre intrínseca pues no es una representación exacta de la realidad”.