El regreso de los gigantes
Durante el otoño de 2023 algunos sistemas frontales comenzaron a llegar a la zona sur de Chile, pero fueron más bien débiles y solo alcanzaron marginalmente a la zona central, generando condiciones deficitarias en cuanto a precipitación y causando frustración entre los santiaguinos que esperaban algo de lluvia en el contexto de evento de El Niño profusamente anunciado.
No fue hasta fines de junio cuando un intenso río atmosférico zonal (ZAR, por sus siglas en inglés) impactó en Chile central entre los días 22 y 24 (Figura 1a). Durante este periodo, el eje del ZAR -donde ocurren las mayores precipitaciones- se mantuvo sobre la Región del Maule, causando precipitaciones por sobre los 500 mm en los sectores precordilleranos y entre 150 y 300 mm a lo largo de los Andes, desde la Región Metropolitana hasta La Araucanía.
En la escala de Ralph et al. (2019), este río atmosférico zonal alcanzó categoría 4. Como es típico de los ZAR, las precipitaciones ocurrieron en un ambiente cálido con la altura de la isoterma 0 °C cerca de los 3300 msnm, aumentando así el área donde cae lluvia. Estos dos ingredientes explican las súbitas y enormes crecidas de los ríos, algunos de los cuales superaron los 2000 metros cúbicos por segundo (m3/s) -unas diez a veinte veces el caudal promedio de invierno- durante un par de días (Figura 2a) con las consiguientes inundaciones, cortes de puentes y caminos, daños al sector agrícola y un marcado impacto social (Figura 2b).
Julio 2023 volvió a ser más bien seco y agosto parecía similar… hasta que el día 19 de ese mes llegó un segundo ZAR con su eje impactando nuevamente a la Región del Maule (Figura 1b). El contenido de vapor de este ZAR fue levemente inferior al de junio, pero su duración fue mayor y se movió más al norte causando precipitaciones importantes hasta la Región Metropolitana. En la escala de Ralph et al. (2019) este ZAR alcanzó categoría 3. Nuevamente se acumularon entre 200 y 600 mm en las zonas precordilleranas desde Santiago hasta el Biobío, pero esta vez con una isoterma de 0 °C en torno a los 2500 msnm, lo cual produjo una mayor acumulación de nieve respecto al primer caso (Figura 3). No obstante, los ríos alcanzaron caudales y niveles muy altos con las consecuentes inundaciones y afectaciones a la infraestructura en Chile central. El reporte de SENAPRED del 27 de agosto consigna 56 mil damnificados (el doble del caso anterior) y cerca de diez mil viviendas con daños mayores.
Es evidente que el impacto social de estos intensos ZAR es enorme y su efecto en la economía aún está por determinarse, incluyendo los costos directos (reparación de infraestructura) y los indirectos (agricultura y turismo). A esto se suma que la Región del Maule recibió el impacto directo de ambos ZAR con apenas dos meses de diferencia, lo que posiblemente ha multiplicado los impactos negativos.
Por otro lado, la acumulación nival es sustancial. Hay un mayor vigor de la vegetación de las zonas con cobertura natural y las mayores precipitaciones han aumentado el nivel de lagos y reservorios. Un ejemplo notable es la reaparición del espejo de agua de la laguna de Aculeo (Figura 4), al sur de la Región Metropolitana, que estaba completamente seca desde fines del año 2018 como consecuencia de la megasequía más las presiones antrópicas locales.
¿Se acabó entonces la megasequía?
Vamos por partes. A la fecha de este Análisis (29 de agosto de 2023), muchas de las estaciones de medición de la Dirección General de Aguas (DGA) y de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) presentan un leve déficit (entre el 20 y 10 %) respecto a un año promedio.
Esto parece contradictorio con lo expuesto previamente, pero es consistente con que la mayoría de las estaciones de medición están emplazadas en el valle central y la costa, mientras que los ZAR han causado las mayores precipitaciones en la cordillera. El marcado realce orográfico en estos eventos se aprecia al comparar montos en estaciones de similar latitud, pero de distintas alturas. En el evento de agosto, la estación Quinta Normal en el centro de Santiago acumuló 55 mm en 72 horas, mientras que en el mismo periodo cayeron 77 mm en Tobalaba (en el pie de monte). En cambio, los registros del observatorio Cerro Tres Puntas (a 3600 msnm) indicaron precipitaciones por sobre los 500 mm. Considerando lo que va del año, Quinta Normal tiene un déficit de un 15 %, Tobalaba tan solo de un 2.2 %, mientras que San Gabriel, al interior del Cajón del Maipo, tiene un superávit del 30 %. La estimaciones satelitales están en acuerdo con las observaciones en superficie. (Figura 5).
Con solo un invierno lluvioso aún es prematuro anunciar el término de la megasequía, que ha persistido por más de una década, pero, ciertamente, el 2023 interrumpe este prolongado periodo con lluvias deficitarias en Chile central y aumenta la seguridad hídrica para los próximos meses (en especial el verano y otoño 2024) desde el sur de la Región Metropolitana. No obstante, la ciudad de Santiago continua con un déficit del 15 %. Al norte de Valparaíso la condición seca se mantiene muy intensa (por ejemplo, Ovalle presenta un déficit del 80 % a la fecha).
Es importante enfatizar que, en un contexto de largo plazo, Chile central experimentará condiciones similares a los años cálidos y secos de la última década debido al cambio climático, pero lo ocurrido este 2023 es un buen recuerdo de que la atmósfera es muy variable y puede traernos lluvias intensas -incluso dentro de un periodo seco- frente a las cuales siempre debemos estar preparados.
Edición: José Barraza, encargado de divulgación científica CR2.
Referencias
Barría, P., Chadwick, C., Ocampo-Melgar, A., Galleguillos, M., Garreaud, R., Díaz-Vasconcellos, R., … & Poblete-Caballero, D. (2021). Water management or megadrought: what caused the Chilean Aculeo Lake drying?. Regional Environmental Change, 21, 1-15.
Garreaud, R. La altura de la isoterma 0°C durante tormentas en Chile central.
Ralph, F. M., Rutz, J. J., Cordeira, J. M., Dettinger, M., Anderson, M., Reynolds, D., … & Smallcomb, C. (2019). A scale to characterize the strength and impacts of atmospheric rivers. Bulletin of the American Meteorological Society, 100(2), 269-289.