(Comunicaciones Centro Sismológico Nacional, CSN) El megaterremoto, magnitud 9,5, que afectó gravemente la zona sur de Chile el 22 de mayo de 1960, produjo una catástrofe que marcó a nuestro país tanto a nivel geográfico como social. El mayor evento registrado instrumentalmente a nivel global fue tan grande que inicialmente no fue posible determinar su real magnitud, que se había estimado en 8.5 (Ms). Fue casi 20 años más tarde, en 1979, que el sismólogo japonés Hiroo Kanamori presentó la escala de Magnitud de Momento (Mw), que reemplazó la escala sismológica de Richter, para medir la energía liberada por los grandes terremotos, y que permitió conocer el verdadero tamaño de este sismo. Además de su gran magnitud, este terremoto tiene otras características que lo hacen sumamente interesante, entre ellas están los sismos precursores, uno de ellos ocurrido la mañana del 21 de mayo, que tuvo una magnitud de 8.1 (Mw) con epicentro en la península de Arauco y otro de magnitud 7.8 (Mw) ocurrido apenas 15 minutos antes del megaterremoto 9.5 (Mw), al que le siguieron muchas réplicas.
Sin duda, toda esta secuencia sísmica es un fenómeno digno de estudio. Por esta razón, los registros en papel producidos por instrumentos del entonces Servicio Sismológico Nacional y que conserva la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, junto a otros registros sismográficos, fueron seleccionados y catalogados por el Centro Sismológico Nacional (CSN) con el fin de preservar y poner en valor estos documentos. Gracias a un proyecto colaborativo realizado con el Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) y la Biblioteca Nacional de Chile, ahora estos documentos están digitalizados y disponibles para público general y expertos de todo el mundo, a través de los sitios web Memoria Chilena y Biblioteca Nacional Digital.
La donación digital de los sismogramas a la Biblioteca Nacional también permitió rectificar y complementar la información del minisitio de Memoria Chilena, “Los terremotos en Chile (1570-2010)” e incluir los sismogramas digitalizados a la cápsula “Terremoto del 22 de mayo de 1960, Valdivia”.
Restauración y digitalización
Los 23 sismogramas del terremoto de Valdivia, digitalizados y publicados en la BNd, están compuestos por 46 páginas. Sus dimensiones varían, pero su ancho no excede los 30 cm y el largo máximo es de 90 cm. Fueron registros obtenidos desde la Estación Santa Lucía, ubicada en el Cerro Santa Lucía en el centro de Santiago, entre los días 20 y 23 de mayo de 1960.
Debido a su antigüedad, los sismogramas producidos por el Servicio Sismológico Nacional, en ese momento parte del Instituto de Geofísica y Sismología (actual Departamento de Geofísica), correspondientes al terremoto de 1960 son de acceso restringido al público general. Los documentos físicos se guardan en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
Estos sismogramas permiten apreciar la manera de registrar que tenían los primeros sismógrafos. En particular, estos registros fueron producidos desde una bóveda en el cerro Santa Lucía habilitada en 1908 para alojar los instrumentos sismológicos que, en ese momento, disponía el Servicio Sismológico Nacional. Fue la primera estación sismológica de primer orden instalada en Chile. En ella, los registros se grabaron sobre papel, usando dos técnicas: uno, la técnica de ahumado, en donde se realizaba en forma artesanal el ahumado de un papel y luego una aguja marcaba -retirando una fina capa de negro de humo- el movimiento relativo de la tierra; el segundo es un proceso fotográfico, donde el registro lo realiza la luz sobre el papel sensibilizado. Los registros permiten ver el cambio desde un estado relativamente quieto hasta uno convulsionado por el paso de las diferentes ondas sísmicas.
El uso de papel ahumado fue un desafío particular para el trabajo del CNCR y del Laboratorio de Digitalización de la Biblioteca Nacional. Para ambas instituciones, fue la primera vez que se enfrentaban con la belleza y la delicadeza de aquella técnica, en la que el calor y el humo han generado una capa sobre el papel y luego una aguja graba los movimientos sísmicos.
El trabajo de conservación y restauración en el CNCR se realizó durante el segundo semestre de 2021 y estuvo enfocado en la estabilización e investigación material de los documentos. Entre los procedimientos, se cuentan: limpieza mecánica por anverso y reverso, reducción de manchas, eliminación de cintas adhesivas, uniones de rasgados e injertos, aplanamiento de pliegues y dobleces. Para su almacenamiento, se elaboraron carpetas libres de ácido individuales y una caja de conservación para todo el conjunto.
Entre enero y abril de 2022, el Laboratorio de Digitalización de la Biblioteca Nacional realizó la captura de los documentos con la máquina Suprascan. Este dispositivo permite escanear documentos de gran formato, como mapas, planos, periódicos y, en este caso, sismogramas de Valdivia 1960. Sin embargo, el grosor del papel ahumado determinó que no fuera posible estirar los documentos usando la función de succión de la Suprascan. Una de las mayores complejidades de la digitalización fue, entonces, evitar cambios en la luminosidad del documento, debido a las ondulaciones del papel.
El trabajo de digitalización comprendió varias etapas: planificación -realizada en conjunto con profesionales del CNCR-, captura, edición y controles de calidad. También dentro de esta labor se incluye la asignación de códigos a los sismogramas, para poder incluirlos a la colección digital de la Biblioteca Nacional y así asegurar su preservación digital.
Los sismogramas ya están disponibles para visualizar y descargar desde el Fondo Colección Digital del sitio web Biblioteca Nacional Digital, específicamente desde la colección Centro Sismológico Nacional. También están vinculados desde Memoria Chilena, como parte de los documentos minisitio “Los terremotos en Chile (1570-2010)".